viernes, 10 de octubre de 2025

En el Día de la Hispanidad, ¡bendita seas, amada Madre Patria España!

 



         El día 12 de octubre de 1492, por designio de la Santísima Trinidad, Único Dios verdadero, Uno en naturaleza y Trino en Personas, las tres pequeñas naves españolas, la Santa María, la Niña y la Pinta, al servicio de los Reyes Católicos, lograban para España y para la Santa Iglesia Católica, una empresa que ninguna otra nación en el mundo ha podido igualar y no podrá igualar jamás: el Descubrimiento, Conquista y posterior Evangelización de todo un continente, el continente Americano.

         El Descubrimiento se celebra el 12 de octubre porque fue en ese día en el que el marinero Rodrigo de Triana gritó: “Tierra a la vista”. Pero tanto el Descubrimiento, como la Conquista y Evangelización del Nuevo Continente, fueron puestos a los pies de la Virgen del Pilar de Zaragoza, pidiéndole por sus frutos de santidad. Recordemos que la Virgen del Pilar se apareció -o mejor dicho “fue trasladada” por ángeles, ya que aun vivía en carne mortal[1]- al Apóstol Santiago el 2 de enero del año 40 d.C. en Cesaraugusta, Zaragoza, trayendo consigo un pilar de jaspe y una imagen de la Virgen con el Niño. Por esta razón, en 1984, ad portas de la celebración del V Centenario de la Evangelización de América (1992), el Papa San Juan Pablo II reconoció a la Virgen del Pilar como “la Patrona de la Hispanidad”[2].

         Si los nombres designan realidades y la realidad no es imaginación, entonces casualidad, ni imaginación, que el Descubrimiento, la Conquista y la Evangelización fuera realizada por una nave llamada “Santa María” y que esa nave fuera la Capitana, al ser la más poderosa de las tres naves: quien dirigía a las naves, por orden de la Trinidad, no eran ni el Almirante Colón ni sus marineros, sino Santa María, la Madre de Dios, la Niña de los ojos de Dios, la Pinta, la más hermosa y excelsa de todas las creaturas visibles e invisibles. No fue casualidad que la empresa, humanamente, fuera costeada por los Santos Reyes Católicos, Isabel y Fernando, los cuales obraron santamente en todo momento, demostrando que si bien la empresa era una hazaña magnífica para España, que opacaba y enmudecía al resto del mundo, en realidad la verdadera Dueña de la Conquista era la Santa Iglesia Católica, pues España no vino a buscar oro y plata, sino a conquistar almas para Nuestro Señor Jesucristo.

         Es gracias a España -y, por supuesto, antes primero a la Santísima Trinidad-, que nos trajo la Santa Religión Católica, la Religión del Verdadero y Único Dios, Nuestro Señor Jesucristo, el Salvador y Redentor de los hombres, la religión de la Madre de Dios, Corredentora de los hombres, que hoy nosotros, los españoles de ultramar -todos los que formamos la Hispania Americana o Ultramarina-, no estamos rindiendo culto a ídolos demoníacos como la Pachamama, el Gauchito Gil, San La Muerte, la Difunta Correa, o los sanguinarios dioses prehispánicos, sedientos de sangre inocente y llenos de maldad y violencia, porque en el fondo esos dioses son demonios, según las Escrituras: “los ídolos de los gentiles son demonios”[3]; gracias a España y a sus innumerables Héroes y Santos, que dieron sus vidas por Dios y por España, podemos decir con orgullo que adoramos, postrados con la frente en tierra, al Dios Único y Verdadero, Nuestro Señor Jesucristo, y lo adoramos en su Santa Cruz y en el Santo Sacrificio del Altar, la Santa Misa, en su Presencia Real, Verdadera y Substancial. Gracias a España por habernos traído no solo su idioma, su cultura, que son bellísimos, sino, ante todo, por habernos traído la Santa Fe Católica, Apostólica, Romana. Gracias a España, gracias en el tiempo y en la eternidad a nuestra amada Madre Patria España.

En el Día de la Hispanidad, nosotros, tus hijos españoles de Ultramar te decimos: ¡bendita seas, amada Madre Patria España!

 

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario